viernes, 26 de noviembre de 2010

Reflexionando sobre alianzas

Desde hace unos días todos estamos como locos con la nueva colección de Lanvin para H&M: blogs, revistas, televisión... no hay ni un sólo medio de comunicación que no se haya hecho eco de la nueva inmersión de una marca de lujo en la cadena de ropa sueca. Y, aunque sé que el año pasado yo también os bombardeé emocionada con el lanzamiento de la colección de Jimmy Choo para H&M, este año llego a la nueva colección de Lanvin con hastío y un poco aburrida de estas alianzas. Cuando se publicaron las fotos de la nueva colección, mi amiga Magda y yo no tardamos nada en hablar del tema, emocionadas ante los vestidos, abrigos y demás complementos de Lanvin para H&M.

Pero, sin apenas darme cuenta, la cara de Magda pasó de la emoción consumista a la seriedad, preguntándome si realmente pasaría las horas de cola, frío y cansancio para comprarme algo de la colección de Lanvin en H&M. Yo, sin apenas pensarlo, le respondí que probablemente sí, convencidísima de mi respuesta y sin percartarme, por segunda vez, que mi ilusión también se desfinflaba. Fue en ese momento cuando las dos admitimos que, por enésima vez, acabaríamos pasando de largo de la alianza entre lujo y mass market, y que pronto nos olvidaríamos de su existencia, hasta nuevo anuncio de H&M.

Días después, estando en casa con Él viendo la tele sin hacerle demasiado caso, miré con cansancio la publicidad de Lanvin para H&M en la tele y ya me convencí totalmente de la evidencia: estoy totalmente saturada con este tipo de colecciones. Me encanta la moda y, como consecuencia, disfruto admirando las propuestas de las marcas de lujo, como la misma Lanvin, Dior, Chanel, Hermès, Marchesa, etc. Aún así, mi pasión por la moda va más allá de lucir sólo una marca; mi visión se cimenta más bien en inventar, jugar, transgredir, en sentir ese gusanillo que se te cuela en el estómago cada vez que consigues un look con el que hacía tiempo que soñabas y con el que estás segura que no dejarás a nadie indiferente. Mezclar, explorar, recorrer rincones secretos donde encontrar un tocado, un abrigo, un vestido o unas simples medias que harán que tu outfit sea totalmente diferente. Por eso os hablé en la última entrada de Lady Gaga, porque, más allá de Galliano y Lagerfeld, para mí la moda es algo que se siente, que se explora, que madura contigo, que crece y que te emociona. Por eso empiezo a estar cansada de las alianzas entre lujo y mass market, ya que convierten la belleza de la moda en puro marketing, incitando a pagar precios astronómicos para una cadena de consumo –en circumstancias normales, ¿quién paga 190 euros por un vestido en H&M?– por un vestido que, por mucha etiqueta de lujo, seguirá siendo, pues eso, de consumo. Es por eso que acabo de darme cuenta por qué siempre, a la hora de la verdad, acaban desinflándome estas alianzas con grandes diseñadores y, aunque confieso haber picado con accesorios de Sonia Rykiel y unos zapatos de la colección de Viktor&Rolf para H&M, la verdad es que cada vez estoy más lejos de estas alianzas más cercanas al marketing que a la esencia de la moda. ¿Qué pensáis vosotros?