martes, 8 de junio de 2010

Mis pies

El sábado estrené la temporada de playa. Ya no podía más. Después de un invierno en el que Barcelona ha sido más londinense que mediterránea, me sentía con tal necesidad vital de verano que no cabía ni en mi. Así que, sin dudarlo, mi amiga Laia, Él y yo, decidimos dedicar el sábado enterito a gozar de la bellísima Costa Brava. Contentos, calurosos y con ganas de sol y mar, renunciamos a las copas del viernes por la noche para poder estar frescos a la mañana siguiente. Después de abandonar la temporada de playa en octubre del año pasado, una vez en el coche, nos dimos cuenta de cuánto nos parecíamos a esos niños que, tras tres meses de vacaciones en verano, ya no recuerdan ni cómo se coge el boli. Laia y yo ni siquiera recordábamos cómo se desliza la cuchilla por las piernas, después de meses relegada al olvido por el uso de la cera; los bañadores y bikinis eran imposibles de encontrar, escondidos en el cajón del olvido. Una vez en la arena, en la bolsa de Laia no había ni rastro de crema solar y en la nuestra faltaban mi spray de protección capilar y el cenicero de cucurucho para la arena. Día uno, primer desastre. Aún así, nada comparado con el aspecto tétrico y apagado de mis pies. Lo confieso: soy una loca de atar en cuanto a pedicura se refiere. Siempre llevo mis uñas arregladas y intento cuidar la piel de mis pies, que, por herencia genètica, se deshidrata y se apaga con facilidad. Pero de tanto desear el verano, a la vista de mis pies, me di cuenta que me había acabado asaltando por sorpresa. Y ahí estaba yo, en una preciosa playa de Palamós luciendo los pies más horrorosos del mundo.

Así que he decidido ponerle remedio al problema. Pero este año me apetece una pedicura especial, y ante la original oferta que nos brindan los centros de belleza, creo que me va a costar decidirme. Puede que me decante por la Pedicura Be Cool de The Nail Concept (60 minutos / 38€), ideal para los primeros meses del verano, después de que las que algunas descuidadas nos hayamos podido dormir en los laureles... La pedicura se realiza con productos naturales y no alergénicos de la línea Qtica Smart Spa, y consiste en un completo tratamiento de hidratación, exfoliación y reparación que resulta en unos pies bellos y listos para lucir con sandalias. Otra opción es The Pink Peony, en Barcelona, (Passeig de Gràcia, 100, Principal 2ª), un precioso centro de estilo neoyorkino que cuenta con una completísima Pedicura Intensiva con Parafina (75 minutos / 50 euros) especial para los pies muy castigados y agrietados, que consiste en un baño de pies relajante con productos Dr. Hauschka, seguido de exfoliación, ultra-hidratación con evoltura de parafina, masaje y envoltura con toallas calientes que finaliza refrescando los pies con aceite de árbol de té.
Las adictas a Sexo en Nuevo y, además, atrevidas, no podéis dejar de visitar en Madrid Mi Calle de Nueva York (Alaya, 32, 1ºD), el único centro de España donde podrán realizaros en exclusiva la Ictioterapia, un novedoso tratamiento en el que tienen un principal papel los diminutos anfibios Garra Rufa (¡ante el asombro de mi amiga Magda!) que, con los pies en inmersión durante 30 minutos, se encargan de eliminar las células muertas, por lo que es un tratamiento muy eficaces en personas con problemas graves en la piel, como la soriasis.



Si lo vuestro no va de tanto atrevimiento, también podéis acudir al Hotel Mandarin Oriental de Barcelona o a los clubes Arsenal, que disponen en exclusiva de la maravillosa línea Révérence del gran pedicurista Bastien Gonzalez, fetiche entre celebrities como Sara Jessica Parker y cuyas pedicuras son las más caras y cotizadas del mundo, alabadas por un servicio que aúna calidad y cuidado estético y médico para unos pies perfectos.

¿Os habéis decidido ya? Como véis, este año toca aprovecharnos de los últimos avances de los centros de estética y disfrutar de unos pies de lujo. ¿Con cuál os quedáis?

martes, 1 de junio de 2010

Un templo llamado Rituals

Mi historia de amor y pasión por Rituals fue de las que ocurren por pura casualidad. Llevaba mucho tiempo pasando por delante de la tienda de la firma en la calle Santa Anna de Barcelona, pero nunca había reparado en su interior. Hasta que el día que lo hice, me arrepentí de haber esperado tanto tiempo. Acompañada por el que me aguanta en casa, testigo de excepción de mis locuras y excesos cosméticos, entré en ese paraíso de la cosmética, donde los aromas te abrazan y las chicas Rituals te reciben con una reconfortante taza de té. Una experiencia que consiguió que la firma pasara a formar parte de mi vida y mi día a día. Sus aromas son los míos, y puedo pasarme horas en sus tiendas abriendo botecitos y descubriendo qué mundo nuevo habrá en su interior donde viajar a través de aromas, texturas y suntuosidades.

Sin duda, Rituals engancha, aunque en España todavía no es una firma muy conocida. Para mí es un tesoro, un diamante en bruto creado, tratado y gestionado con mimo y dedicación. Rituals es sinónimo de relax y bienestar. Su filosofía se basa en cuidar sus fórmulas al máximo con tal de que los clientes puedan convertir los momentos más cotidianos de su día a día en rituales únicos. Para Rituals, lo más importante es saber apreciar las pequeñas cosas de la vida, como relajarse con un buen té, un buen baño o un masaje. Es por eso que sus tres pilares básicos son ofrecer una calidad máxima, un packaging funcional y atractivo y unos aromas excepcionales. Unos conceptos que se marcó como meta Raymond Cloosterman cuando fundó la firma en 1998, después de abandonar un gran grupo cosmético, en el que trabajó durante más de diez años, con la decisión de poder crear productos cosméticos de una manera totalmente ajena a la de las grandes multinacionales.



Para mí, el resultado está aprobado con nota. Ya no hay marcha atrás, soy fan incondicional de Rituals. Entre mis básicos favoritos están la crema corporal ultraenriquecida Magic Touch, con su inconfundible aroma a flor de cerezo –os prometo que más de una persona me pregunta qué perfume llevo después de untarme con Magic Touch– y su textura ultra rica, dos cualidades que la han convertido en un clásico de la firma que suele estar agotado en demasiadas ocasiones; el aceite corporal Shanti Chakra, con almendras dulces y rosa centifolia, que hidrata al máximo la piel y es ideal para dar masajes; la espuma de ducha Yogi Flow, cuya suave textura de nube convierte la ducha en un auténtico ritual. Los chicos también tienen en Rituals sus propios tesoros, como la espuma de ducha Himalaya Mist (que para mí huele totalmente a Él) y toda una completa gama de productos de cuidado facial y corporal, así como utensilios de afeitado. Como véis, en casa no he sido la única en dejarme arrastrar por el torbellino Rituals...

Así que, si he logrado convenceros y os atrevéis a iniciaros en los rituales de esta cuidada marca, podéis empezar por hacerlo en las tiendas de Barcelona (Santa Anna, 2) o Madrid (Fuencarral, 1). Además, en los madrileños Corte Inglés de Goya y Serrano la firma también cuenta con los primeros córners Rituals de España. Yo, cómo no, os recomiendo encarecidamente que os animéis y os dejéis llevar por el universo de aroma, relax y paz que ofrece Rituals. Estoy segura que os encantará y... ya me contaréis.