viernes, 19 de febrero de 2010

Patinazos made in Spain

Como ya podréis imaginaros este post lo voy a dedicar a las celebrities que se atrevieron a acudir hechas unos espantapájaros en la gala de los Goya. Nunca entenderé cómo es posible que, teniendo la posibilidad de vestirse con las mejores firmas, las mejores joyas, calzarse los mejores zapatos y dejarse peinar por los "mejores" peluqueros, ellas sean capaces de acudir a los actos públicos hechas unos verdaderos zafios. En fin, siempre tiene que haber quien resbale con el atuendo inadecuado ese día o quien viva para acudir a actos públicos dando la nota. Adelante, pasad y juzgad vosotras.

Empezando la lista por la última posición, encontramos a Belén Rueda.

Siempre he considerado a Belén una mujer elegante que sabe elegir muy bien los atuendos adecuados. Pero esta vez escogió un vestido en caramelo dorado de Carolina Herrera New York con el que sólo logró decepcionarme. Realmente, el corte del vestido no está mal, la pequeña cola es bonita y el escote halter asimétrico me encanta, pero no me encaja el resultado final. Creo que más bien es por la mezcla de un color tan tostado con esos brillos asimétricos, me parece excesivo para una mujer de su edad y, además, el conjunto la hace más mayor. El maquillaje de Belén tampoco es para nada el adecuado. ¿Qué hizó? ¿Pasarse por la cara un rodillo empapado de Titanlux naranja? Definitivamente, no supo escoger su base de maquillaje ideal y el resultado es un aspecto de bronceado de cabina muy poco favorecedor.

El número nuevo es para el estilismo de Natalia Verbeke.

¡Y dale con el total look brilli brilli! Natalia es demasiado guapa para dejarse enredar con un estilismo de choni venida a menos... pero ahí está, tan contenta. El vestido de paillettes doradas de Antik Batik fue un patinazo tremendo. Es excesivamente llamativo y parece dos tallas más grande que la de Natalia. El resultado: parece que haya tomado prestado el vestido de fiesta del armario de su abuela, por la forma anticuada del modelo, sin escote y de manga larga (que ya es decir que a mi no me guste, con lo que adoro los vestidos retros...). Por si no fuera poco, un maquillaje demasiado chillón acaba de completar un look que tendríamos que mirar con gafas de sol; eso sí, desapercibida seguro que no pasó.

En la octava posición he colocado a la siempre excesiva Paz Vega.
Ella llegó como siempre, con sus aires de diva que vive en Los Ángeles, pero... no. Contradiciendo de nuevo a la mayoría de blogs y revistas de moda, el modelo en negro brillante de Hannibal Laguna no me gusta nada. El escote en palabra de honor en forma de corazón arquitectónico y la doble falda me resultan demasiado cargantes. Además, tampoco me gusta el aire futurista del conjunto. Pero Paz es Paz, y ella, si no destaca, no está tranquila. Lo demostró también con su peinado, un recogido despeinado de forma imposible al más puro estilo Amy Winehouse que aportaba un aspecto demasiado desaliñado a tanto vestido recargado.

La séptima posición es para Emma Suárez.

No acabo de creerme que Emma llevara de verdad un Armani Collezioni. A mí más bien me parece que salió de casa con la toalla de la ducha a cuestas. Además, la ausencia casi total de maquillaje y ese recogido a modo de coleta playera, todavía ayudaban más a creer que a Emma se le había hechado el tiempo encima. El vestido recto en negro y palabra de honor no sólo es soso, sinó que no tiene ni forma ni gracia. El escote parece que esté a punto de caer por su propio peso y mostrar, a todo el mundo que quiera verlos, los encantos de Emma.

En el número seis he colocado a una grandísima actriz: Pilar Castro.
¿A qué especie de acto bucólico e infantil se creía que iba Pilar? La forma del vestido de Manoush no está mal... si tienes 13 años. Algunos se empeñan en ver en su estilo una declaración de homenaje al New Look del gran Christian Dior, pero yo sólo veo un vestido de lo más inadecuado. No me gusta ni el color caramelo tostado, ni el vuelo de la falda, ni, por supuesto, ese escote que parece que va a reventar en cualquier momento. Por no ser excesivamente mala, sólo salvaría la lazada de gasa en beige que, al menos, pega con los zapatos y rompe una horrible monocromía marronosa. Tampoco merecen ninguna declaración de intenciones los zapatos beige adornados con extraños floripondios, que redondean un conjunto que parece ideado para visitar el País de las Maravillas.

En la posición del ecuador se encuentra la actriz Fanny Gautier.

Simplemente, excesiva y desacertada. Fanny escogió un modelo en blanco roto con una amplísima falda de tul y corsé a juego, del que no he podido encontrar el diseñador (y no me extraña...). La actriz se tomó al pie de la letra la tendencia lencera que inunda la nueva temporada de primavera/verano y dejó bien visible su sujetador negro, que se asomaba sin complejos por debajo del corsé. Un look totalmente desastroso con el que no sé si quería recordar a la mítica Madonna ochentera vestida de Jean Paul Gaultier, o recordar sus tiempos como profesora de ballet en Un paso adelante. Por si no fuera suficiente, ella remató el conjunto con un maquillaje que la empalidecía y un recogido hacía atrás con tupé que la hacía más mayor.

En la cuarta posición aparece Mar Regueras.

Mi pregunta es... ¿Mar terminó la noche literalmente engullida por su vestido de Francis Montesinos? De verdad, que el monumental traje rosa con estampado de flores acuarela, a mí me parece que tiene vida propia... El vestido tiene metros y metros de tela que no hacen más que ensanchar la anatomía de Mar y hacer que se pierda entre un mar de coloridos ropajes. Tampoco me gusta nada la mezcla de colorines, azules, ocres y rosas, le da un aspecto de collage sin pulir, muy en la línea del diseñador más emblemático de la Movida, que ya vemos que, aún con el paso de los años, sigue presentándonos sus colecciones demasiado difíciles de digerir.

Y llegamos ya a los últimos puestos. En la tercera posición, una asidua a las listas de las peor vestidas: la ministra Ángeles González-Sinde.

Está claro que a la ministra le gusta la originalidad pero creo el diseño de Amaya Arzuaga no tiene ninguna explicación. Horrible el escote en volantes arquitéctonicos que parece que vaya a ahogarla en cualquier momento. Por no hablar de la caída de la falda que le tapa hasta los pies. Con tanta plata y tan poca piel al aire, parece totalmente desaparecida dentro de su vestido. Para redondearlo, la ministra se decantó por un maquillaje en tonos blancos de estilo victoriano pero muy poco actual, que conseguían aportarle un aspecto cansado al conjunto del rostro. Evidentemente, las sombras en los párpados en tono rosa pálido no ayudaron a mitigar el efecto.

Esta vez, la segunda posición es para la estilista Cristina Rodríguez.

Ay, Cristina, Cristina... Cómo era de esperar, ella hizo gala del peculiar estilo al que ya nos tenía acostumbrados en el programa Supermodelo, y se plantó con un vestido arquitectónico de escote halter en gris perla, del que tampoco he podido encontrar el diseñador. No es que me disguste la tendencia de lo rígido, pero en su justa medida, y Cristina aquí se excede sin mesura. No entiendo a qué se debe el ¿adorno? que le sobresale en la cintura, ni el floripondio dorado que se colocó en medio del vestido. Por no hablar del espantoso tocado que competía con el moño (a cuál más grande) para sobrepasar en tamaño a su cabeza. Por sacar algo bueno del estilo, sólo salvaría los botines en nude que sí son bonitos, pero no sé si encajan demasiado bien con el resto del atuendo. En fin, que no, que Cristina no suele gustarme. Y en esta ocasión tampoco me defraudó.

Y, finalmente, en la primera posición: Bimba Bosé.

¿Es Miguel Bosé en los ochenta con el pelo teñido de rubio ocre? ¡No! Es su sobrina Bimba vestida, cómo no, por su inseparable David Delfín. Imposible entender el traje de tres piezas en amarillo que escogió la modelo e imposible entender también tal combinación del atuendo con unos salón de Louboutin. La verdad es que Bimba empieza a cansarme. Cuando apareció en las pasarelas, su llegada y su estilo me gustaban, ya que su aire andrógino pero femenino aportaba aire fresco en un mundo donde la mayoría de modelos parecen cortadas por un patrón idéntico. Hoy en día, Bimba ha llevabo su pasión por David Delfín y su androginia hasta tal punto que me resulta inquietante. ¿Y esa manía por teñirse el pelo del mismo color que sus vestidos? De verdad, a mí, tanto musa como diseñador, empiezan a aburrirme con su halo de supuesta post-modernidad transgresora.

Y hasta aquí llega mi segunda parte sobre los estilos de los Goya. Como ya os dije, en España somos tan diferentes que hasta nos plantamos plumas en la cabeza, un escote arquitectónico imposible o nos teñimos del mismo color que nuestros vestidos. ¿Diferencia? ¿Patinazo? ¿Trangresión? No lo sé. Pero, ¿qué sería de las galas sin ellas?

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